Andrés Eloy Blanco, autor del poema “Píntame angelitos negros”

“Aunque la Virgen sea blanca, píntame angelitos negros. Que también se van al cielo todos los negritos buenos”.

¿Quién no ha cantado, o al menos, oído la famosísima canción-protesta, Angelitos negros, creación del cantante cubano Antonio Machín, allá por los años cuarenta? Un auténtico éxito que lo lanzó al estrellato convirtiéndolo en ídolo de masas. Fue la primera canción-protesta contra el racismo y, dada la condición de su intérprete -mulato-, Machín puso el alma en todas sus notas y versos haciendo que llegaran al corazón al compás de sus famosísimas maracas.

Lo que algunos no conocen es al autor de la letra: Andrés Eloy Blanco, poeta nacido en Venezuela el 6 de agosto de 1.896. Eloy Blanco, aparte de poeta, fue abogado, escritor, humorista (En mí, lo único notable como abogado es la falta de clientela) y renombrado político. Comprometido con los temas sociales (Considero como la más alta de las funciones la función social), denunció con sus escritos y poemas el régimen dictatorial de su país y sus represiones, participando en manifestaciones, desde estudiante de Derecho y, posteriormente, como abogado y político. Lo que le valió la prisión durante unos años, siendo liberado por motivos de salud.

Ya reivindicado, más tarde fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores, hasta la caída de su protector, el Presidente de Venezuela Rómulo Gallegos (también famoso escritor), teniendo que exiliarse en Méjico y, como consecuencia, cayendo su obra, tanto literaria como social, en el más injusto olvido.

Su poema, el mundialmente famoso Angelitos negros trasformado en canción, fue elegido entre las diez mejores canciones de los últimos cincuenta años, cuya música y arreglos se le deben al compositor Manuel Álvarez Rentería, apodado Maciste. Canción que, aparte de bella, al escucharla llenan de emoción sus hermosos versos pidiéndole al pintor que no desprecie el color de los negritos y los pinte junto a los angelitos blancos. Son innumerables las versiones que de esta canción han hecho intérpretes de todo el mundo.

Andrés Eloy Blanco falleció el 21 de mayo de 1.955, a la edad de cincuenta y ocho años, en Ciudad de Méjico, a consecuencia de un accidente de tráfico.

En el año 1.990 se editó una Antología Popular conteniendo toda su obra y reivindicando el enorme valor poético y social de este venezolano idealista, amante de la libertad y de la democracia.

Andrés Eloy Blanco

Pero, profundicemos más en quien fue tan ilustre escritor y poeta, de la generación del 28, por desgracia bastante desconocido fuera de su Venezuela natal, en donde hoy sí goza de la mayor popularidad y es considerado uno de sus mejores poetas, el poeta del pueblo por la lucha que siempre sostuvo al defender sus derechos y las manifestaciones en que tomó parte contra los regímenes dictatoriales, lo que le valió ser condenado a prisión.

Andrés Eloy Blanco nació en Cumaná, Venezuela, un 6 de agosto de 1.896. Su padre fue el doctor Luis Felipe Blanco y su madre, Dolores Meano.

Su infancia transcurrió en la isla Margarita hasta que en 1.908, por motivos de estudio, se trasladó a Caracas. Allí se incorporaría al Círculo de Bellas Artes en 1.913.

Desde muy joven mostró un gran talento literario, el cual fue reconocido en diversos concursos. De hecho, obtuvo su primer galardón en 1.916 por el poema Canto a la Espiga y al Arado, publicando asimismo su primera obra dramática El muerto de la epopeya. Ese mismo año sería encarcelado por participar en manifestaciones contra el régimen, siendo aún estudiante de Derecho en la Universidad Central de Venezuela donde se graduaría en 1.919 como abogado, profesión que ejercería con éxito al ser un insigne orador de brillantes discursos.

Continúa escribiendo y en 1.923 obtiene el primer premio en los Juegos Florales de Ciudad Bolívar. Ese mismo año gana otro prestigioso premio en la ciudad de Santander, España, por su poema Canto a España, adonde se traslada con objeto de recibir tal galardón y permaneciendo en España más de un año. Nuevamente es galardonado con el nombramiento de miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, lo que le da una gran notoriedad internacional.

De vuelta de España visitaría La Habana y se familiariza con intelectuales cubanos en el exilio.

En 1.928 edita clandestinamente el disidente periódico El Imparcial en contra del general José Vicente Gómez, y tras el golpe de Estado de 1.928 es hecho prisionero hasta 1.932 siendo liberado por motivos de salud. En prisión -casi sin luz, sin ventanas y atado con grilletes en los pies-, escribiría el poemario Barco de Piedra, conteniendo los poemas más tristes de toda su obra. Sirva de muestra este fragmento del poema Canto de los hijos en marcha en el cual un soldado escribe a su madre una carta pensando que puede morir en la batalla. En ella le dice que no quiere que lloren por él, que no tapen su rostro. Quiere que hablen de amor, de la alegría de la vida. Quiere flores de colores, no coronas, y música y que el hogar se llene de aromas…

CANTO DE LOS HIJOS EN MARCHA

(fragmento)

Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras;
que no vengan todos a pasar la noche
rumiando pesares, mientras tú me lloras;
que no esté la sala con los cuatro cirios
y yo en una urna, mirando hacia arriba;
que no estén las mesas llenas de remedios,
que no esté el pañuelo cubriéndome el rostro,
que no venga el mozo con la tarjetera,
ni cuelguen las flores de los candelabros
ni estén mis hermanas llorando en la sala,
ni estés tú sentada, con tu ropa nueva.
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras…
————————————-
y una palabra: JUSTICIA
escriban sobre la tumba.
Y un domingo, con sol afuera,
vengan la Madre y las Hermanas
y sonrían a la hermosa tumba
con nardos, violetas y helechos de agua
y hombres y mujeres del pueblo cercano
que digan mi nombre como de su casa
y alcen a los cielos cantos de victoria,
Madre, si me matan.

(mayo, 1.929)

Al ser liberado, se dedica nuevamente a las letras y publica Poda, en 1.934, con poemas tan conocidos como este de La Renuncia, en el cual nos habla de un amor perdido, en donde se adivina un dolor inmenso. El protagonista del poema echa de menos a su amada, a todo lo que le hacía soñar cuando estaba con ella. Ahora, cuando ha perdido su oportunidad y quiere aferrarla, ya no tiene opción para conseguirla.

LA RENUNCIA

He renunciado a ti. No era posible.
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella…
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba…
He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.
He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías…
He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, ¡cuántas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!
Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño.

Andrés Eloy Blanco

A la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, Andrés Eloy Blanco es nombrado por su sucesor, Eleazar López Contreras, jefe del Servicio de Gabinete en el Ministerio de Obras Públicas. Pero su postura fuertemente crítica frente a la represión de 1.936 y su pertenencia a la Organización Revolucionaria Venezolana, hacen que tome la decisión de apartarse de la política local y deja el cargo.

Sin embargo, ese mismo año, es nombrado Inspector de Consulados, cargo que desempeña en Cuba, Estados Unidos y Canadá. No obstante, su descontento hace que presente la renuncia en 1.937 y regresa a Caracas donde funda poco después el Partido Democrático Nacional, llegando como diputado así al Congreso Nacional. Funda el semanario humorístico El Morrocoy Azul, en 1.941, y a lo largo de su actividad política sigue publicando profusamente y ganando premios.

Dos años más tarde, en 1.943, contrae matrimonio con Lilina Iturbe, de la cual tiene dos hijos.

En 1.946 es elegido presidente de la Asamblea Constituyente y en 1.947 es nombrado Ministro de Relaciones y trabaja para la candidatura de Rómulo Gallegos, el cual llega a la presidencia ese mismo año. Pero un golpe militar derroca a este último, su benefactor, y Andrés Eloy se ve obligado a exiliarse en México, dedicándose ya por completo a la poesía y abandonando definitivamente su brillante carrera como político, eclipsada esta por su fama como poeta.

OBRAS

El huerto de la epopeya (1.918)

Tierras que me oyeron (1.921)

Los claveles de la puerta (1.922)

El amor no fue a los toros (1.924)

El Cristo de las violetas (1.925, teatro)

Poda (1.934)

La aeroplana clueca (1.935)

El pie de la Virgen (1.937, teatro)

Barco de piedra (1.937)

Abigaíl (1.937, teatro)

Malvina recobrada (1.937, teatro)

Baedeker 2000 (1.938)

Liberación y Siembra (1.938)

Navegación de altura (1.942, compilación de artículos políticos)

Vargas, albacea de la angustia (1.947, biografía)

Los muertos las prefieren negras (1.950, teatro)

A un año de tu luz (1.951)

La Hilandera (1954)

El poeta y el pueblo (1954)

Giraluna (1955)

Orinoco

La Juambimbada (póstumo)

MUERTE DEL POETA

El 21 de mayo de 1.955 murió trágicamente el poeta, escritor y político Andrés Eloy Blanco, el bardo que cantó las angustias y esperanzas de su patria y defendió los derechos de la clase obrera y del pueblo oprimido.

Su muerte ocurrió cuando, hallándose exiliado en Ciudad de México, regresaba a su casa de Cuernavaca, siendo el coche en que viajaba atropellado por otro coche, a gran velocidad, dándose a la fuga.

La noticia suscitó honda conmoción en todos los círculos literarios y sociales de Venezuela y América, donde el poeta era admirado.

Sus restos fueron trasladados a Caracas, siendo sepultado en medio de estrictas medidas de seguridad por parte de las fuerzas policiales del régimen del dictador Marcos Pérez Jiménez. Hoy reposan en el Panteón Nacional desde el 2 de julio de 1.981.

Antonio Machin

Ya se han cumplido sesenta y siete años de su muerte y a día de hoy este insigne hijo de Venezuela ha recibido poca atención por parte de los gobiernos de su propio país, pese a obtener en vida numerosos premios y galardones por su extensa obra literaria y su brillante carrera como político.

Afortunadamente, por parte de Monte Ávila Editores (Editorial del Estado Venezolano) se publicaron dos ediciones, entre 1.990 y 1.997, de una Antología Popular con motivo del centenario del natalicio de Andrés Eloy Blanco, donde se vino a resaltar el enorme valor poético y social de uno de los venezolanos más destacados en el campo de las letras de todos los tiempos.

Transcribo algunas líneas del prólogo escrito por el también venezolano Juan Liscano:

– Andrés Eloy Blanco goza, junto a otros poetas, de la mayor popularidad en Venezuela. Su noble condición humana, su idealismo, su caballerosidad, su adhesión a la causa de la libertad y de la democracia, la cual le costó cárceles, confinamientos y exilios; su humor, su genio chispeante, su sensibilidad por lo popular, su elocuencia, sus versos de inspiración tradicional, hicieron de él un símbolo y una expresión genuina de venezonalidad.

¡Qué extraordinaria lección para la posteridad que millones de personas puedan recordar y recitar su poema Angelitos Negros!

Y yo añadiría: Excelso poeta, ahora sí que has alcanzado en el cielo la gloria completa rodeado de todos esos angelitos negros que tan bien cantaste en tu inmortal poema:

Píntame angelitos negros

¡Ah mundo! La negra Juana,
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí, señor.
—Ay, compadrito del alma,
¡Tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le miraba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
se me murió mi negrito;
Dios lo tendría dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito de Cielo.
—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.
Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
¿No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo?
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.

Vuestra amiga Carmen Carrasco

Publicado en el periódico Granada Costa Nacional el 19 de enero de 2.022