Enero, febrero, marzo… tempus fugit. Los meses han ido pasando y ya parpadean de nuevo los resplandores de las luces que adornan las ciudades como avanzadillas de una próxima Navidad. Las ciudades se embellecen con el centelleo luminoso que adorna calles y plazas compitiendo por ver cual es el más bello y más cantidad de luces tiene, cual ascuas de oro y fuego, brillando en las frías noches de diciembre.
Lo que en un principio ese alumbrado era un símbolo de amor a la festividad y motivo para avivar el espíritu navideño, hoy se ha convertido en una competitividad para ver qué ciudad es la ganadora en el lucimiento…