
Todo ser humano tiene derecho
a un pedacito en el paraíso de la tierra.
Soñaba despierta, silenciosa.
Sólo intensa negrura alrededor.
En lo alto, una luna alumbraba compasiva,
faro cósmico, la frágil barquilla por el mar.
Recordaba con tristeza infinita
la kábila africana que el hambre,
ángel negro y eterno acompañante,
les obligó a dejar buscando un Paraíso
donde hallar, no sólo pan para sus cuerpos;
para su espíritu, el descanso, unos derechos, una paz.
“Hiémma, si llegamos a España,
¿cambiará nuestra vida?
¿Tendré como otros niños una escuela?
¿Un hogar con lumbre que caliente nuestra casa?
¿Tendré muñecas para poder jugar?
¿Allah Akbaar querrá que al fin hallemos
el vergel del Edén que siempre deseé?”
La madre mira a la niña con ternura.
Ella sabe, como temen todos los demás
compañeros en la barca de infortunio,
que el futuro es incierto y elyénna deseado
un utópico sueño de inocente niñez.
Pero deja a su hija que sueñe.
Incháâ Allah que su sueño se haga realidad.
Alborea.
Desaparecen las sombras siniestras de la noche
vencidas por un sol radiante de esplendor
que inundó sus cuerpos y sus almas.
Reina la alegría en la barquilla.
A lo lejos, una costa, aún nebulosa, se vislumbra.
¡ESPAÑA!
Despierta la niña de su mágico sueño.
Y mirando el paisaje que a sus ojos
le ofrece todo aquello que anheló,
lanza un grito jubiloso que a los cielos llega:
“¡Hiémma! ¡Hemos llegado al Paraíso!
¡Allah mi sueño realizó!”
Publicado en el libro «Mapa infantil para un JUEGO de DAMAS»
© 2008 Carmen Carrasco. Todos los derechos reservados
Hiemma: madre. Allah: Dios. Allah Akbaar: Dios, el más grande.
Incháâ Allah: ojalá. Elyénna: paraíso.