La última hoja

También las hojas del alma
van cayendo una a una lentamente.

Me prometiste que hoy vendrías.
Que el sentimiento que un ayer nos unió
no se ha extinguido.
Y, anhelante, me asomo a la ventana
por verte aparecer alumbrando el camino con tu luz.
Distraigo el tiempo mirando el viejo árbol
que va perdiendo, poco a poco,
las hojas que aún le quedan del otoño.
Ven, que te espero.

Pasa el tiempo y aún no has llegado.
Pero sé que has de venir; hiciste una promesa.
Tus palabras de ayer no pueden caer en el vacío,
como las hojas del árbol que contemplo
que caen una a una, lentamente,
dejándolo desnudo ante el invierno.
Vendrás. Yo te espero.

Está acabando el día. La luz se va.
Las sombras del atardecer me envuelven.
Y yo, tras el cristal, sigo aguardando
que aparezcas al fin por el camino.
Al triste árbol ya sólo una hoja le ha quedado,
como queda en mí una última esperanza.
Ven. Todavía te espero.

Me asomo de nuevo a la ventana
y contemplo con infinita pena
que el árbol ya perdió todas sus hojas.
Tú no has venido ni ya nunca vendrás.
Y yo, también sin hojas en el alma,
frente al árbol desnudo que me mira,
me quedo tan sólo con tu ausencia.
Y dejo de esperarte.

Carmen Carrasco. Publicado en mi libro «Eternos Sentimientos»
© 2008 Carmen Carrasco. Todos los derechos reservados