Debo confesarlo: temo verdaderamente cuando llega el verano y comienza el ABANDONO DE LOS ANIMALES. España es uno de los países, por no decir el primero, que lidera el “honroso” ranking de abandonar a sus animales. Miles de perros, cuando llegan las vacaciones, son dejados en las carreteras o tirados en cualquier lugar. Nada más triste que ver los ojos de desesperación de un perro o gato, acostumbrados a su cuidador, a su casa, a que le proporcionen el alimento diario, a recibir amor, cuando de pronto se encuentra en la calle, a veces en un sitio desconocido, porque la ingratitud de algunas personas es grande. Ese inocente animal, que se dejaría matar por nosotros para defendernos, ve con terror que está solo, que ignora a dónde ir, que va a morir de hambre o atropellado, y en sus ojos tan nobles surge como un interrogante: -“¿Por qué? ¿Por qué? Si yo solo he dado amor, fidelidad, compañía. Si he lamido las manos en señal de gratitud cuando me han hecho una simple caricia y he dado saltos de alegría y ladrado con júbilo cuando ha llegado mi cuidador a casa dándole la bienvenida de la única forma que sé, ya que la Naturaleza nos privó de voz con que manifestarnos y, la mayoría de las veces, hasta de derechos”.
No se puede entender la crueldad hacia ellos, seres inocentes creados puros, abandonándolos de una forma tan ruin. Afortunadamente, qué felices son los perritos de los socios de Granada Costa, tan cuidados y queridos. Me consta, pues conozco muchos casos. (Un recuerdo especial a Adri). Benditos sean sus cuidadores.
El santo Padre Juan Pablo II decía: “Los animales poseen un alma y los seres humanos debemos amar y sentirnos solidarios con nuestros hermanos menores. Ellos están tan cerca de Dios como lo están los humanos”. Qué hermosas palabras.
¿Que nos vamos de viaje? Siempre habrá un familiar, amigo, vecino, que se pueda hacer cargo de nuestro perro. Aparte de que existen instituciones, residencias o Sociedades Protectoras que por una cantidad pueden cuidarlo en nuestra ausencia. Por supuesto que lo ideal e idóneo es llevar a nuestro amigo con nosotros. ¡Él es tan feliz a nuestro lado o jugando con los niños si los hay en la familia! Durante nuestra ausencia lo pasan tan mal que a veces dejan de comer e incluso se deprimen como seres vivos que son dotados de sentimientos.
Hoy, los animales pueden viajar a todas partes, siempre y cuando tengan sus documentos de vacunación, etc., en regla. Pueden ir en avión, en su transporte, junto a su cuidador si no sobrepasan los cinco kilos de peso. Si el perro es de mayor tamaño iría también en otro lugar del avión destinado para ellos. Todo está previsto. Todo, menos ABANDONARLOS.
También existen hoteles que admiten perros y en algunos barcos, asimismo, son admitidos. Si el viaje es en coche, el perro debe ir siempre en el asiento de atrás y si es muy nervioso se le puede administrar un ligero sedante. Pero ¡JAMÁS! dejarlo en el maletero. Muchos animales, aparte del pánico que les entra, han muerto asfixiados por exceso de calor o por falta de oxígeno. Pensemos por un momento que nos metieran a nosotros en el maletero…
Si nos es posible, tengamos a nuestro amigo todo el tiempo posible con nosotros y procuremos no dejarlo solo. Ellos no son conscientes del tiempo transcurrido y cada vez que nos ausentamos de casa piensan que los hemos abandonado para siempre.
Mi gran amiga y maestra, María Orlinda Montiel –por la cual yo me hice animalista, sin radicalismos-, fundadora y presidenta de la Sdad. Protectora de Animales y Plantas San Francisco de Asís, de Melilla, fue una mujer ejemplar que dedicó cuarenta años de su vida al cuidado y defensa de los animales, atendiendo en su modélico Albergue de 500 a 600 criaturas recogidas, perros, gatos, borriquillos, tortugas, aves…, sin subvención alguna. Tan solo contaba con las pequeñas cuotas de los socios, hasta tal extremo que en numerosas ocasiones hubo de empeñar sus joyas para dar de comer a tantos animales, pagar veterinarios, vacunas, esterilizaciones y demás cuidados. Hoy me he acordado mucho de ella y de su gran labor porque se cumplen años de su ida al cielo en donde allí será feliz rodeada de Leila, Drago, Dolli, Boli, Pastora, Harry, de su perrita Lisa, de mi Yasmín, y de los miles de seres abandonados que salvó de una muerte segura. Por eso la he nombrado en mi artículo de hoy, dedicado a su memoria, el cual quiero terminar con unas palabras que ella siempre repetía: “Lo único que digo a todos los que de verdad aman la grandiosa obra de Dios, es que no vean en los animales cosas, objetos, porque no lo son. Son criaturas que sienten hambre, sed, tristeza, amor por sus hijos, igual, enteramente igual, que nosotros. Y jamás hay que menospreciarlos y, mucho menos, abandonarlos. Respeta a las criaturas como ellas te respetan a ti”.
“Siempre habrá un perro abandonado, una noche bajo la lluvia, que me impedirá ser feliz”.
Aldoux Husley, escritor inglés.