No deploro ni un solo instante de los que he dedicado al placer. Lo hice plenamente, como debemos hacer todo lo que hacemos. No hubo placer que yo no experimentase; eché la perla de mi alma en una copa de vino; descendí por el sendero florido de margaritas al son de flautas; viví panales de miel. Continuar la misma vida hubiera sido un error, pero abandonarla habría sido una limitación. Debía de ir adelante…
He aquí expresada la doctrina hedonista de uno de los escritores dublineses más famosos, quizá el que más, cuyas obras de teatro, retratando de maravilla la sociedad inglesa de su tiempo, no han dejado de representarse mundialmente en los mejores teatros, así como llevadas al cine o a la TV, pese al transcurso de los años pues aún siguen vigentes
Su estilo literario, dominio de la paradoja, fina ironía y la crítica social, le hicieron famoso, tanto literariamente como en su modo de vivir y expresarse en una época de la Inglaterra victoriana en que todo era motivo de escándalo. Fue aupado a las más altas cumbres y arrojado, por la misma sociedad hipócrita e intransigente, al más bajo de los precipicios. Hoy, Oscar Wilde, es una gloria universal.
Oscar Fingal O´Flahertie, más conocido por Oscar Wilde, nació en Dublín el día 16 de octubre de 1.856. Su madre, Jane Elgee, era poetisa y traductora y el padre, aristócrata, Sir William Wilde, era médico, escritor aficionado y ocultista.
De 1.871 a 1.874 se graduó en el Trinity College de Dublín, donde obtuvo su primer galardón, una medalla de oro, por un ensayo que presentó.
En 1.875 consiguió una beca para el Magdalen College de Oxford, consiguiendo las más altas calificaciones y ganando un nuevo premio por su poema Ravenna, ya que sus comienzos fueron líricos.
Acabados sus estudios, y residiendo en Londres, se hizo pronto famoso como dandy, dictando la moda vestido con calzón corto, claveles verdes en el ojal y otras extravagancias. Los dandy fueron un grupo de jóvenes pertenecientes a la más alta sociedad británica del siglo XIX, representados por Beau Brummell, Lord Byron, Oscar Wilde, espíritu selecto del dandismo, elegante y refinado, y otros más.
Publicado su primer libro de poemas, Poems, le ofrecen dar una serie de conferencias por Estados Unidos durante una gira que realiza entre 1.881 y 1.882, con un éxito clamoroso. Se cuenta que cuando los aduaneros le preguntaron si tenía algo que declarar, Wilde contestó: Nada a excepción de mi talento.
De vuelta a Londres, donde se instala, viaja durante unos meses a París donde asimila poses, gestos, actitudes estereotipadas y excentricidades, que le harían famoso definitivamente, así como extravagante.
Nuevamente en Inglaterra, continúa dando conferencias. Debido a sus estrecheces económicas se casa, por conveniencia y sin amor, en 1.884 con Constante Mary Lloyd y vive rodeado de un lujo y exotismo inusual en aquella época.
En 1.885 le nace su hijo Cyril y un año más tarde su hija Vivian. Ya, por este tiempo, comienzan los primeros rumores sobre sus tendencias homosexuales.
En 1.887 funda y dirige una revista femenina, El mundo de las mujeres, ya en prosa, siendo esta la época dorada de su producción literaria. Publica El príncipe feliz, El ruiseñor y la rosa, El fantasma de Canterville y otros deliciosos cuentos. Y en 1.890, El retrato de Dorian Gray, su única novela y la culminación de su éxito literario. Fascinante novela con unos diálogos plenos de ingenio, fina ironía y preciosismo, con un sorprendente final. Dicha novela ha sido llevada al cine en varias ocasiones y el paso del tiempo no ha hecho mella en ella y su original argumento. Sigue de plena actualidad.
Extendida su fama, en París es recibido con todos los honores y allí escribió el drama en francés Salomé, que interpretaría la mítica actriz Sara Bernhardt. Posteriormente se llevaría también a la pantalla y sería convertida en una famosa ópera.
Le siguen, de éxito en éxito, las comedias El abanico de Lady Windermere, Una mujer sin importancia, Un marido ideal, La importancia de llamarse Ernesto y el poema La esfinge. Comedias cuyas protagonistas son exquisitas y superficiales damas de la alta sociedad, ladies, lores, jóvenes petulantes, adolescentes encantadoras…, rodeado todo ello de un ambiente refinado y culto.
El público hizo del joven autor su poeta favorito. Su éxito no tenía precedente. Pero…
SU AMISTAD CON ALFRED DOUGLAS
En 1.891 aparece en la vida de Oscar Wilde el joven Lord Alfred Douglas, estudiante de veintiún años, caprichoso y egoísta, con quien el escritor terminó teniendo una íntima relación que sería la causa de su caída moral, económica, social y profesional. Tal es el enamoramiento que siente hacia este joven que en 1.894 se escapa con su amado a Argelia, abandonando el hogar familiar, su posición social y su prestigio como escritor, llevando una vida de placer y despilfarro satisfaciendo los caprichos y exigencias de Alfred.
El marqués de Queensberry, padre del muchacho, lo acusó de sodomita y lo denunció ante los tribunales, abriéndosele un proceso que, una vez ganado por el aristócrata, el escritor es condenado a dos años de trabajos forzados, condena vejatoria y humillante, por haber cometido actos homosexuales con un menor del sexo masculino.
A partir de aquí, todo el mundo le volvió la espalda, la sociedad inglesa se alzó escandalizada, se retiraron sus obras de los teatros y su mujer e hijos hubieron de refugiarse en el extranjero y cambiar su apellido por el de Holland.
Ya en prisión, y declarado en bancarrota, recibe la noticia de la muerte de su madre, llenándolo de gran tristeza.
Durante su estancia en la cárcel de Reading escribiría la famosa carta de reproche a su amado Alfred, que también lo abandonaría, Balada de la cárcel de Reading, conocida como De Profundis, autobiografía y cenit de la inspiración del poeta que sufrió en sus carnes y en su espíritu el escándalo, la vergüenza de un terrible proceso, la más ignominiosa condena, el mayor de los desprecios de los hombres y toda clase de burlas.
Incapaz de resignarse, pensó incluso en el suicidio. Pero el poeta, arrepentido de su vida anterior disipada, cree que las penas sufridas en prisión servirán para reconstruir una nueva existencia, originar nuevas obras y acallar a los murmuradores. Y así nació su famoso De Profundis, una prosa libre de preciosismo, mostrando el más íntimo espíritu del poeta, un grito de dolor.
… sin embargo, no lamento haberte amado -¡ah, qué más
podía hacer un muchacho,
cuando el diente del tiempo devora y los silenciosos
años persiguen!
¡Ah!, qué más podía hacer sino amarte; aún
la madre de Dios me era menos querida,
y menos querida la elevación citérea desde el mar
como un lirio argénteo.
He elegido, he vivido mis poemas y, aunque
la juventud se fuera en días perdidos,
hallé mejor la corona de mirto del amante
que la de laurel del poeta.
EL FINAL
Una vez cumplida su condena, sale de la prisión de Reading, en 1.897, arruinado por completo, pues sus acreedores habían subastado sus bienes y el editor retiró sus libros de la circulación, y sin que nadie se acordase de él.
Wilde, agotado por los sufrimientos y en la miseria, se propone empezar una nueva vida en Francia bajo el nombre de Sebastian Melmoth. Deambula una temporada por Nápoles, malviviendo, y tiene un último encuentro con su caprichoso amado Alfred que, habiéndose olvidado del poeta, ya no lo vería más.
En 1.898 su mujer fallece, dicen que a causa de los disgustos, mientras el poeta llevaba una vida miserable, llena de privaciones, en un modesto cuarto del hotel d´Alsace de París, su talento apagado y envuelto en alcohol y morfina.
Muy enfermo y sometido a una operación, el 30 de noviembre de 1.909, muere a causa de una meningitis complicada con una otitis aguda, solo y abandonado, el que fuera otrora escritor de moda admirado y mimado por la alta sociedad londinense.
Fue enterrado el 3 de diciembre en el cementerio de Bagneaux.
Una vez rehabilitado, colmado de honores a título póstumo, levantado estatuas y monumentos en su honor, dando su nombre a instituciones, teatros, asociaciones, etc., y considerado como gloria de los escritores universales, sus restos fueron trasladados al célebre cementerio de artistas Père Lachaise.
Dentro de este inquieto, apresurado y moderno mundo,
arrancamos todo el placer de nuestros corazones, tú y yo.
Ahora, las blancas velas de nuestra nave ondean firmes,
pero ha pasado el momento del embarque.
Mis mejillas se han marchitado antes de tiempo.
Tanto fue el llanto que la alegría ha huido de mí,
el dolor ha pintado de blanco mis labios,
y la Ruina baila en las cortinas de mi lecho.
Pero toda esta tumultuosa vida ha sido para ti
no más que una lira, un luto,
un sutil hechizo musical,
o tal vez la melodía de un océano que duerme,
la repetición de un eco.
REY DE LA PARADOJA Y LA FINA IRONÍA
De Oscar Wilde puede decirse que es el rey de la paradoja, de la fina ironía, de unas expresiones sorprendentes, excéntricas y deliberadamente chocantes, sutileza intelectual y espíritu de contradicción enmarcado dentro de un lenguaje, modo de vivir y sentir preciosista.
Frases célebres de Óscar Wilde
He aquí algunas de las frases suyas que he seleccionado y que, incluso hoy día, aún se repiten… al menos entre los que leímos sus obras y, en mi caso, las releemos, pues es mi escritor preferido y El retrato de Dorian Gray me sigue encantando.
- El mundo es un teatro, pero la obra está pésimamente representada.
- La única forma de librarse de la tentación es caer en ella.
- ¡La naturalidad es una pose tan difícil de mantener!
- Me gusta hablarle a la pared, es el único oyente que jamás me contradice.
- Las preguntas nunca son indiscretas. Las respuestas lo son a veces.
- Amarse a sí mismo es el comienzo de un idilio que durará toda la vida.
- Todos vivimos en el cieno, pero algunos levantan los ojos hacia las estrellas.
- Todos los caminos conducen a lo mismo… a la desilusión.
- No hacer nada es lo más difícil de este mundo, lo más difícil y lo más intelectual.
- No tiene un solo vicio que lo redima.
- El único pecado que existe es la estupidez.
- Solo hay una cosa en el mundo peor que estar en boca de los demás, y es no estar en boca de nadie.
Una vez acabado de escribir este artículo para el periódico Granada Costa, me dispongo a leer por enésima vez El retrato de Dorian Gray.
Y semejante al Dorian Gray del cuadro,
las arrugas del alma, cicatrices del tiempo,
asoman implacables ante mí,
como surcos profundos de una tierra desolada,
mirándome con un rictus de amargura…
(de mi poema Ante el espejo, de Roquedal Azul)
Vuestra amiga Carmen Carrasco
Publicado en el periódico Granada Costa Nacional el 27 de mayo de 2.022