Yasmín Solidaria

5 de septiembre de 2014

Hola amigos. Soy Yasmín. Sí, la autora del libro “El diario de Yasmín” y protagonista de todas las anécdotas, hechos y vivencias que en mi libro cuento. Casos reales que me han ocurrido a lo largo de mi larga vida, pues en la actualidad ya tengo quince años, muchos para la existencia de los de mi especie.

El uno de noviembre, fecha en que Mamen me recogió de la calle, cumpliré, D.m, los dieciséis, que vienen a ser unos ochenta en la vida de los humanos. He sido muy feliz y gracias a los cuidados que me prodigan (casi una visita semanal al médico, a veces, dos) he conseguido llegar a esta edad plena de lucidez de mente, aunque físicamente esté algo pachucha pues veo muy poco y dando saltos me rompí una patita. Véase la foto con la escayola. Pensé que aún era joven, como mi espíritu, pero mis huesos son los de una abuelita.

Ya me encuentro mejor pero ahora me he vuelto muy sentimental y lloro como un bebé, sobre todo cuando Mamen tiene que salir y me quedo solita. Y es que la mayor felicidad para nosotros los canes es estar junto a nuestros cuidadores y el mayor tormento es separarnos de ellos. ¡Qué pena de tantos perros como abandonan! Ellos no lo harían. Queremos amor porque nosotros damos mucho más.

Bueno, pero el motivo de dirigirme hoy a vosotros es para dar una “pinceladita”, como dice mi amigo el Sr. Segura, acerca de la ayudita que podemos prestar –y sin que nos cueste nada- a esos niños enfermitos necesitados de cuidados, atenciones, sillas de ruedas, intervenciones y tratamientos en general. La mayoría de vosotros ya habréis oído hablar, por medio de algún programa emitido en TV, de esta campaña de recogida de tapones de envases, tapaderas, bolis, cremas, etc., todo sirve, para llevarlos a cualquier centro, tienda, peluquería, donde sean solidarios con esta causa y se hagan cargo de la recogida de bolsas de tapones para, a su vez, entregarlos donde corresponda para su reciclaje. No cuesta nada hacerlo.

Nosotros los llevamos a la clínica veterinaria donde me atienden y cada vez que vamos me dan una chuche en premio a mi solidaridad para con esos niños. Mamen va recogiendo tapones por todas partes y trae a sus amistades al retrotero, retor…, bueno, no sé cómo se pone la palabreja, a veces me sigo liando. Quiero decir que todos sus amigos le guardan los tapones, incluido algún bar o restaurante conocido, y llenamos unas buenas bolsacas de todos los tamaños y colores, como podréis comprobar en la foto que me han hecho rodeada de ellos. El que señalo con la patita es mi preferido, de color azul, pero todos sirven, azules, rojos, blancos, lilas…, juntos y reciclados para un mismo fin.

¡Qué hermoso fin! En vez de acabar tirados en un contenedor, van a formar parte de una cadena solidaria como es la de ayudar a estos niños malitos.

Bueno, Mamen ya me está llamando para ir a entregar una bolsa -esta vez hemos conseguido reunir seiscientos quince tapones- a la clínica del Dr. Josep y la Dra, Mariluz, y como voy renqueando con mi patita “chula”, se ha puesto a cantarme: “¿Dónde va la mi cojita, miruflí, miruflá?”. ¡Lo que tiene una que aguantar! ¡Qué se le va a hacer! Y es que ella también ya está mayor.

Besets. YASMÍN.

© 2014 Carmen Carrasco. Todos los derechos reservados