Yasmín

Me dispongo a escribir, no sé, algo que se me ocurra, frente al amplio ventanal del salón por donde penetra un cálido sol que lo inunda todo. Yo, como buena mediterránea, soy una adoradora de la luz, y los días que amanecen grises, porque el sol, caprichoso, no se quiso despertar, hacen que yo también lo vea todo un poco gris. Afortunadamente, hoy no es el caso.

Comienzo a garabatear líneas al azar, cuando un ser pequeño, tierno, muy peludo y voluntarioso, me da con su patita en el brazo. Trato de hacerme la desentendida y continúo escribiendo. Todo en vano. Vuelve a darme con la patita arañando esta vez el bloc para hacerse notar más. Es mi perrita Yasmín. La miro a los ojos, mucho más expresivos que los de algunos humanos, y le pregunto:

-¿Qué quieres, Yasmín? Ya sé, que te coja en brazos como siempre que me pongo a escribir ¿no?-

Y antes de que haya terminado la pregunta ya la tengo subida en mi falda. Es su sitio preferido para dormitar. A veces también duerme profundamente y sé que está soñando por el temblequeo que se trae. Quizás, como buena caniche, aunque cruzada, sueña que está peleando con otro congénere, ya que ha nacido con mucho temperamento. Me la trajeron a casa con un mes, recogida de la calle, -hay seres así, que abandonan a estas criaturas- y ya ha cumplido nueve años. Con ella voy a todas partes, donde me la admiten, claro, y se ha hecho famosa en todo el barrio con sus lacitos y sus modales de cascarrabias. También la hice protagonista de una mini campaña en pro de los Animales, de los que soy defensora a ultranza, en el periódico “Melilla Hoy” donde colaboro semanalmente.

Y con ella subida encima -doce kilos- escribo mis volver, y ahora estas líneas. Me va a salir una perrita intelectual pero mi caligrafía corre el peligro de  convertirse en auténticos jeroglíficos egipcios por lo incómodo de la postura. Por otro lado, pienso que ella se siente feliz y protegida y eso es lo que importa. ¡Cuántas veces nos gustaría encontrar un regazo donde reclinarnos y sentirnos amados!

Cuando salimos de paseo, frecuentemente nos encontramos con otros perros conocidos de ella, a los cuales saluda siempre con gruñidos o, asustada, secuela quizás de su anterior abandono, se esconde detrás de mí. Todos son, afortunadamente, perros cuidados por sus amos, limpios, lustrosos y queridos. Pero en cierta ocasión vimos uno, escuálido, sucio, de mirada triste, que se nos acercó en busca de cariño. Extrañada, Yasmín me preguntó:

-¿Por qué este perro es distinto de los demás?-

Yo, apenada, le contesté:

-Es un perro abandonado.-

Ella se entristeció, no entendiendo cómo suceden estas cosas, y poniéndose de pie, que su forma de pedir algo, me rogó:

-Volvamos a casa. Ya no tengo ganas de pasear.- (“Siempre habrá un perro abandonado que me impida ser feliz.” Aldous Huxley).

En otra ocasión fuimos a un hermoso prado, todo verde y florecido, para que ella jugara con las amapolas y persiguiese con cariño a las mariposas. Al poco rato vimos aparecer un borriquillo llevando una carga muy superior a sus fuerzas. Apenas podía con ella y resoplaba lastimosamente. Yasmín se le acercó mimosa preguntándole:

-¿Quieres jugar conmigo y corretear por este prado?-

Y el pobre asnillo tristemente le contestó:

-Mucho me gustaría jugar y trotar contigo sin tener que llevar esta pesada carga, pero eso es imposible pues he nacido para trabajar.-

Yasmín tampoco comprendió esa respuesta y volvió muy alicaída junto a mí.

En su inocencia no comprende la actitud de algunos humanos que explotan a los Animales, ya sea en espectáculos, circos, toros (“Herido está de muerte el pueblo que con sangre se divierte”. Antonio Machado.), zoos, trabajos, laboratorios, cacerías (“Llegará un día en que la muerte de un Animal sea tan punible como la de un hombre”.Leonardo da Vinci.), considerándolos sólo cosas, objetos. Y son criaturas que sienten hambre, sed, tristeza, amor por sus hijos, igual, enteramente igual que nosotros. Pero han tenido la desgracia de tener que estar sometidos al hombre. Afortunadamente hay grupos minoritarios -chapeau por ellos- que luchan por la defensa de los Animales y por sus derechos, pero aún se han de alcanzar muchas metas. Queda un largo camino por recorrer.

Bueno, empecé contando algunas anécdotas de mi perrita, que aún continúa cómodamente en brazos, y he desembocado en un tema animalista bastante en serio. Siempre que se trata de Animales me ocurre lo mismo. Será mi amor hacia ellos.

Suavemente le paso la mano por el lomo.

-Despierta, Yasmín, tengo que pasar esto a ordenador.-

Se despereza y cariñosa me lame las manos. Son sus besitos. Los besos tiernos de cualquier Animal que siempre, a pesar de los malos tratos que se le puedan infligir, lamerá sumiso nuestras manos.

Publicado en el libro «Algo que decir», Ateneo Blasco Ibáñez, 2008.
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